viernes, 6 de diciembre de 2013

Que nos esta pasando PENSEMOS...

La vida es otra cosa: ha llegado el momento de comenzar de nuevo

Por: CulturadeSolidaridad el 19/08/13 19:25
Tiempo estimado de lectura : 3 minutos

Nos quieren inertes, pasivos y sin esperanza. Nos quieren así en todo el mundo. Podemos seguir jugando a “izquierdas contra derechas”. O incluso a “todos contra todos”, que es hacia lo que nos dirigimos mientras unos pocos se frotan las manos…

De todos los posibles fines que podemos perseguir para alcanzar la verdadera justicia social, el más prioritario corresponde a reducir la creciente brecha de la desigualdad. Abramos los ojos. En condiciones de una desigualdad endémica resulta muy difícil alcanzar todas las demás metas deseables para el desarrollo humano. Sea en Manila, en Bogotá o en Detroit, los más vulnerables no pueden esperar justicia. No disponen, por ejemplo, de atención médica. ¿Qué pueden hacer ante una grave enfermedad? Sus vidas se ven limitadas en potencial y duración. Tampoco tienen acceso a una buena educación y sin ella no pueden esperar conseguir un empleo mínimamente seguro. Ni mucho menos tener voz o participar en la cultura y la civilización de su sociedad. Todos ellos pasan poco a poco a engrosar la lista de los nadies, los cada vez más mayoritarios nadies.
El acceso desigual a todo tipo de recursos, desde derechos fundamentales hasta una alimentación básica, es el punto de partida de todo pensamiento que busque el verdadero desarrollo del ser humano. La desigualdad no es sólo un problema “técnico”. Ilustra y exacerba la pérdida de cohesión social, la sensación de vivir en comunidades cerradas cuya principal función es mantener su “status” y privilegios excluyendo a las demás personas: las menos afortunadas. Personas para las que no se pide tener el mismo dinero o poder, sino las mismas oportunidades. En eso consiste la igualdad. Esta realidad es una de las grandes patologías de nuestra época y uno de los mayores peligros para la democracia.
“El propósito de mi existencia es hacer la vida más agradable a la gran mayoría; no me preocupa si para ello debe volverse menos agradable para la minoría acomodada.” (Joseph Chamberlain).
Si seguimos siendo grotescamente desiguales, perderemos todo sentido de fraternidad. Inculcar el sentido de un propósito común y entender nuestra dependencia mutua es la piedra angular de toda sociedad. Una desigualdad como la que vivimos, no sólo es preocupante desde el punto de vista moral. También es ineficaz en una sociedad que aspire a conseguir cualquier mínimo avance colectivo. Una población menos estratificada también está mejor educada. Y las poblaciones educadas no sólo disfrutan de vidas mejores, más seguras y más libres. Sino que también se adaptan más rápidamente y con menor coste ante cualquier dilema o desafío como la modernización tecnológica.
Tras reconocer y asumir todas estas consideraciones, debemos mirar hacia delante. Algunas respuestas no son evidentes ni fáciles. Pero ¿Qué podemos hacer? Debemos plantearnos eternos interrogantes, pero estar abiertos a respuestas diferentes.No podemos dejar el pasado a nuestras espaldas y limitarnos a cruzar los dedos esperando que algo pase. Los cambios aborrecen el vacío y la inactividad. Nos quieren inertes, pasivos y sin esperanza. Nos quieren así en todo el mundo. Podemos seguir jugando a “izquierdas contra derechas”. O incluso a “todos contra todos”, que es hacia lo que nos dirigimos mientras unos pocos se frotan las manos… Pero la vida es otra cosa, muy diferente de la que estamos viviendo. Ha llegado el momento de comenzar de nuevo.


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